¿Qué beneficios puede aportar la terapia psicoanalítica a aquellas personas que tienen una enfermedad orgánica grave, una enfermedad en el cuerpo, como el cáncer o las enfermedades autoinmunes?
Aunque, si fuéramos menos estrictos, podríamos considerar que cualquier enfermedad que interfiera en el desarrollo normal de la vida cotidiana sería una enfermedad grave, porque aunque no ponga en peligro la vida sí que la mutila de una manera importante. Por ejemplo una persona que sufre de jaquecas o migrañas y que cada tanto tiene que interrumpir sus actividades cotidianas asaltada por un fuerte dolor de cabeza que se acompaña de intensos vómitos, malestar general, etc. y que le obliga, en muchas ocasiones, a encamarse, podría considerarse grave.
En todas ellas hay factores emocionales en juego que pueden ser determinantes de la evolución, por lo que una terapia psicoanalítica puede mejorar de manera drástica el proceso.
Tomemos como ejemplo el cáncer. A nadie le extraña que en una persona diagnosticada de cáncer se produzca una depresión, lo que se conoce como depresión reactiva. Clásicamente la medicina consideraba que esa era la secuencia, primero el cáncer y secundariamente la depresión. Pero ya desde hace más de 30 años se viene investigando en el sentido inverso: el cáncer se desarrollaría en una persona deprimida. Son muchos los trabajos que siguen esta línea de investigación, tanto es así que la OMS (Organización Mundial de la Salud) en el año 2005 en uno de sus comunicados advierte de la participación de la depresión en la producción de un número importante de enfermedades orgánicas, entre ellas el cáncer.
Y esto que nos puede parecer extraño tiene una base biológica. Una de las funciones del Sistema Inmunológico, aquél que nos protege frente a sustancias extrañas, es la Inmunovigilancia que consiste en descubrir y destruir las células que han sufrido una mutación espontánea en el proceso normal de división celular. Por otra parte, se ha visto que en pacientes deprimidos también existe una “inmunodepresión”, es decir que su sistema inmunológico no funcionaria correctamente y sería incapaz de destruir esas células mutadas.
Como vemos el ser humano es un todo, por lo que a la hora de abordar el tratamiento de una enfermedad habría que incluir no solo los factores físicos, sino también los aspectos psíquicos, emocionales, que en ocasiones son primordiales y que se interponen a la consecución del objetivo: la curación.
Aquí es donde la terapia psicoanalítica juega un papel determinante, porque la depresión se produce siempre frente a una pérdida, que es la mayoría de las veces inconsciente, algo de lo que solo el psicoanálisis da cuenta, en tanto es la ciencia del inconsciente. Esta pérdida puede ser la de un ser querido si produce un duelo mal elaborado que dure más de 6 meses, o bien la pérdida de un ideal (ideal de amor, de familia, de… diferente y singular para cada caso). La terapia psicoanalítica le ayudará a sustituir lo perdido solucionando el problema que ha llevado a la persona a la depresión y secundariamente a desarrollar el cáncer.
Y si usted, que padece cáncer o que conoce a alguien que lo padece, cree que usted o su conocido no están deprimidos debe saber que frecuentemente la depresión se presenta de manera atípica, sin los síntomas clásicos de tristeza, llanto fácil o apatía e incapacidad de disfrutar de lo que antes le hacía feliz. Frases como “ya no sirvo para nada”, “soy una carga para mi familia” “soy un inútil”, que no son raras escuchar en los pacientes con cáncer, son frases que habitualmente dice una persona deprimida.
Este sería ejemplo de la utilidad de implementar la terapia analítica al tratamiento de las enfermedades físicas, pero en otras muchas también los factores psíquicos juegan un papel decisivo.